miércoles, 12 de agosto de 2009

Hoy quisiera...

Hoy quisiera estar en una playa desierta. Sentir los granitos de arena entre mis dedos.... sentarme a la sombra de una palmera y observar el mar. Cuánto me hace falta la serenidad que nos otorga el mar. A veces quisiera ser como él, como sus olas, que vienen, van y nunca son iguales. Qusiera ir y venir, volver a ir y volver a venir y... cambiar. Pero no, qué manía tienen las personas de lanzar el ancla en tierra equivocada y además no hacer nada para levantarla. Entonces me pregunto, ¿qué nos hace actuar así?. Puede ser lo maravilloso del lugar, el clima cálido, el sol siempre brillante, el colorido en sus árboles y flores, la suavidad en sus arenas... además nunca falta la luna en sus noches, ni la tormenta de estrellas. Lo más importante de todo es que NUNCA llueve. Estos atributos hacen aún más especial ésta pequeña isla y más pesada el ancla.

Ajá, hasta aquí, todo bonito. Pero ¿qué nos pasa cuando las tormentas y esos vendavales invaden por completo ese pequeño paraíso? ¿qué nos hace permanecer ahí, sin rendirnos? El Amor.

El Amor nos permite soportar las altas mareas, las torrenciales lluvias, la oscuridad y miedos que nos traen los cielos nublados. El Amor nos da la fuerza para esperar, pacientemente, por un cambio. Pero ese cambio no se da por obra y gracia del Espíritu Santo. El cambio se da porque el Amor nos da la fuerza para luchar por lo que queremos y también la terquedad necesaria para no abandonar esa lucha. El Amor inyecta al cerebro una mega dosis de monoaminas** y con eso si que nada puede. Ahí si que nada nos puede detener, los obstáculos se hacen cada vez más pequeños y contribuyen a la no-caducidad de nuestros deseos. Eso es lo que nos hace permanecer ahí, tercos y persistentes.

Unos brazos cálidos, una mirada dulce, una sonrisa colorida, unos oídos comprensivos, unas manos inteligentes, unos pies recatados y dos labios declarando mil "Te Quiero" son lo que nos dan fuerza y nos permiten soportar cuanto chaparrón caiga. Lo que nos obliga a no levantar nuestro ancla y a seguir luchando, aunque posiblemente nos haga daño.

Aunque el daño tampoco es malo, nos ayuda a madurar y a aprender :-)

** Las monoaminas son un conjunto de tres neurotransmisores: dopamina, noradrenalina y serotonina. Regulan aspectos de la conducta, lo relacionado a las emociones placenteras, establecen el tono emocional, regulan el sueño y la vigilia así como también el estado de excitación y depresión que pueda presentar una persona en un momento dado.

1 comentario:

Diego Niño dijo...

Los humanos preferimos la firmeza de la tierra al azar del mar a pesar que la estabilidad nos encadena a la suelo…

Un abrazo desde las frías tierras del occidente.