lunes, 10 de agosto de 2009

Cuando te quitaste los miedos.

... y allí estaban ellos en aquella habitación. Podría estar pasando cualquier cosa afuera pero en ésa habitación, testigo de todas sus locuras, corduras y amores, todo era distinto.

Ella estaba sentada en el sofá. Él estaba parado frente a ella. Empezó a quitarse la ropa. Se liberó de la corbata, seguidamente de los zapatos, se quitó la camisa, desabrochando botón por botón, lentamente... él no quitaba su mirada de la de ella. No sólo se estaba quitando la ropa, se estaba quitando los miedos, dejando con cada prenda sus tristezas, decepciones, dudas, errores, rabia, atrás. Se estaba liberando de esa piel muerta que no lo dejaba entregarse por completo.

Ella, frente a él, inmóvil, sólo lloraba. Su mirada era serena, sus lágrimas de alegría. Sí, de alegría, porque al fín había entendido el por qué de todo lo que les había pasado, por fin reconocía cuál era su destino. Por fin logró penetrar el alma de él, a pesar de todos los muros, a pesar de todos sus candados. Por fin vió que toda la batalla había valido la pena. Porque lo tenía a él. Había logrado que él, finalmente, se entregara no sólo en cuerpo, sino también en alma, corazón y mente. Lo tenía a él. No lo podía creer.

Se liberó de su pantalón y boxer... estaba desnudo. Ella se levanto y lo abrazó, con ternura y desespero. Así quedaron, abrazados, ambos con lágrimas de felicidad en sus ojos... la batalla y las heridas habían valido la pena. Están juntos.

04/08 - 2:10am

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