jueves, 1 de octubre de 2009

Marcados desde pequeños.

Estos últimos días me he puesto a pensar -de más- sobre todas las cosas que rodean, influyen y determinan nuestra vida y he llegado a la conclusión que nuestro destino está marcado desde pequeñitos.

De niña siempre fui curiosa, preguntaba por todo, hablaba tanto que mareaba a mis padres (todavía pasa), siempre quería estar despierta haciendo cualquier cosa, no me gustaba "perder el tiempo" durmiendo, prefería gastarlo jugando. Sí, era incansable, siempre buscaba algo que hacer. Recuerdo que me encantaba jugar a la escuelita. Sentaba a mi hermana, a veces en contra de su voluntad, y le empezaba a enseñar "nuevas palabras" en un trozo de madera, que en sus mejores tiempos formó parte de un estante en donde reposaba un radio. Ése era el pizarrón. También usaba como pizarrón la puerta de uno de los armarios del cuarto de mi madre, siempre me regañaba por eso.

Mi madre me dice que aprendí a leer y me compara con Matilda porque desde pequeñita, además de inventora y de jugar a la escuelita, me encantaba leer (y me encanta). Leía cualquier cosa, los libros del trabajo de mi mamá (los de Castellano, Inglés obvio que no sabía), los libros de mi papá, que aunque no los entendiera mucho los seguía leyendo. Recuerdo que me santaba junto a mi madre cada vez que se ponía a evaluar las pruebas de sus alumnos (de Castellano y de Inglés, creo que me gustan los idiomas por eso). Le desordenaba la biblioteca a mi abuela buscando libros qué leer.

¿Por qué les cuento todo esto? Para que vean un vivo ejemplo de que nuestro destino está marcado desde que somos unos chiquilines o "little monsters". Hoy día me encuentro estudiando Educación mención Biología y Comunicación Social. Me encanta enseñar, ayudar a aprender, aclararle la mente a alguien en cualquier ámbito. Me encanta la idea de saber que alguien aprendió "tal cosa" por mí. Yo elegí la Biología, aunque confieso que también me gustaría enseñar algo relacionado al idioma castellano. Sí, pierdo muy fácil la paciencia, pero bueno, de aquí hasta que me gradúe seguro que controlo eso. En conclusión, creo que no me equivoqué de carrera. También me encanta leer y desde hace tiempo vengo desarrollando la escritura. Me gusta hablar, comunicarme, a veces me tienen que callar. De chiquita también era muy observadora (todavía lo soy) y creo que eso me ha servido en mi afición por la fotografía. Escuchaba música y me imaginaba el "video musical" de la canción que estuviese escuchando. Así de loquita e imaginativa soy. Creo que no me equivoqué de carrera tampoco.

Sería muy infeliz haciendo otra cosa que no fuera la mencionado anteriormente. Todos nacemos para hacer algo y yo, definitivamente, nací para esto. Seguramente los chicos/as que pasaron horas y horas jugando encantados con sus LEGO, los pequeños bloques de plástico, son en la actualidad arquitectos o ingenieros. Los que se la pasaban dibujando y pintando seguro son diseñadores. Los que siempre jugaban al doctor con sus muñecos y primitos, seguro son médicos. Claro, esto no se da en todos los casos, conozco gente que termina estudiando lo que menos le gusta o terminan estudiando cualquier cosa por salir del paso, por creer que les gusta pero en realidad no. Conozco gente que termina estudiando contaduría y no soportan los números y las cuentas. A eso me refiero, no siguen sus instintos o será que, simplemente, no les gusta nada. Será.

¿Saben que a la edad de siete años (creo) me corté la pollina? Creyéndome una peluquera estrella, agarré unas tijeras, recuerdo que era una de esas con las que les cortan las uñas a los bebes, de las pequeñitas, y me corté la pollina, TODA. Me la quería emparejar pero no, me la corte toda todita, ¡JA!. Creo que lo mismo que me impulso a cortarme la pollina, me impulso a estudiar dos carreras simultáneamente. Desde pequeña he sido tan atrevida.



¿Ven que desde niños estamos marcados?

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